El largometraje del director Rafael Martínez García cuenta como su ópera prima, entiende el conflicto de las dualidades

Por José F. Arellano Covarrubias                                                          

Luis permanece oculto por amor a Andrés que pertenece a un partido conservador del cual es candidato electoral, sus encuentros fortuitos, la monotonía y sus posiciones sociales pondrán a prueba su relación hasta la fecha prometida, el dos de julio.

 La construcción de la historia es una palpable situación de prejuicios, anhelos y aspiraciones, la paciencia del protagonista pone a prueba la postura del amor, esperar y sufrir solo para pequeños momentos de felicidad, o continuar con una vida tranquila a costa de su relación.

El largometraje del director Rafael Martínez García cuenta como su ópera prima, entiende el conflicto de las dualidades y dirige a sus personajes con una humanidad que no resiente un género en específico, las interacciones de sus protagonistas son sinceras, se sienten con el cuidado y cariño que el mismo director ha demostrado en sus cortometrajes.

Las actuaciones de Armando Espitia, Luis Arrieta, Danae Reynaud y Martha Claudia Moreno son una gran ventana que proyecta los matices de la cinta, ningún espacio, momento o dialogo sobra, las intenciones funcionan perfectamente como una situación que no esta lejos de nosotros. 

Para el protagonista que se aparta de la atención social, le corresponde tomar una decisión, ver por algo más allá de un amor o la tortura sentimental de una promesa que aún no se cumple.