Presumimos vuelos a Texas (y Atlanta), pero en tierra firme no saben ni dónde reubicar antros

San Luis Potosí está en modo celebración: nuevos vuelos a Texas, discursos optimistas, promesas de inversión y un aeropuerto que “vuela alto”, como dice el gobernador. Pero mientras arriba todo parece despegar, abajo la ciudad enfrenta turbulencias de otra naturaleza. Porque, aunque los boletos a San Antonio, Dallas y Houston ya están a la venta, lo que no tiene ruta ni destino claro es la mudanza de los antros de la avenida Himalaya.

La propuesta de reubicar estos centros nocturnos, en respuesta a justas quejas vecinales por ruido y caos, podría parecer lógica. El problema es dónde y cómo. La idea de llevarlos a la Avenida Carranza cayó como cubetada de cerveza caliente: vecinos, comerciantes y promotores culturales encendieron las alarmas. “No queremos otro congal aquí”, gritan. Y tienen motivos. Carranza es una zona con historia, con identidad, y con heridas urbanas que aún no sanan, como lo fue les ciclovía que se niega a recibir atención y mantenimiento desde hace más de 4 años.

En lo personal no propongo discutir si debe haber o no antros, sino más bien cuestionar si el gobierno tiene claro lo que está haciendo. Hasta ahora no hay estudios, ni mapas de movilidad, ni análisis de impacto urbano. Solo una frase repetida: “es una posibilidad”. Pero en urbanismo, las posibilidades sin planificación son recetas para el desastre. No basta con correr los problemas de un lado al otro; hay que resolverlos.

Y es justo ahí donde se cruzan los dos temas: la conectividad aérea y el reordenamiento urbano. No se puede construir una ciudad moderna, turística y atractiva, si no se atienden primero los problemas de fondo. No basta con volar alto si en tierra el tráfico no fluye, los servicios no funcionan, y la planeación se hace “al ahí se va”. San Luis no necesita solo más vuelos; necesita una brújula. Porque si el municipio no sabe a dónde va, ni el mejor piloto podrá evitar que esto termine en un aterrizaje forzoso. El gobierno estatal está haciendo su parte, falta que el gobierno de la capital haga la suya.