El Everest, además de ser la cima más alta del planeta, se ha convertido en un enorme reto ambiental: toneladas de desechos —desde botellas y plásticos hasta cilindros de gas y equipo de escalada abandonado— lo han transformado en casi “el basurero más alto del mundo”.
Para enfrentar esta crisis, la empresa Airlift Technology comenzó a utilizar drones de gran capacidad capaces de operar por encima de los 5.000 metros de altura. En su primera misión, realizada durante la escalada de primavera de este año, lograron evacuar 300 kilos de basura de la montaña.
“Pueden salvar vidas y proteger el medioambiente. Esta tecnología va a suponer un cambio revolucionario para el trabajo humanitario y climático”, destacó la compañía.
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