Sahiye Berenice Cruz Villegas: la artista que convirtió el dolor en luz y la denuncia en arte

San Luis Potosí despide a una creadora que dejó huella. Sahiye Berenice Cruz Villegas, artista visual potosina nacida el 15 de octubre de 1988, falleció la mañana del viernes 12 de diciembre de 2025, tras complicaciones derivadas de una enfermedad. Se va físicamente, pero su obra —atrevida, incómoda, luminosa— queda viva en cada imagen, en cada intervención y en cada mirada que transformó.

Recién seleccionada para el estímulo PECDA 2025, Sahiye Cruz fue una artista que nunca tuvo miedo de decir lo que dolía. Hizo de la creatividad una herramienta de denuncia y de la fotografía un espejo crítico de la realidad social. Su trabajo habló por quienes no siempre son escuchados y convirtió el arte en un acto de valentía.

Maestra en Diseño Fotográfico por la Universidad Iberoamericana de León y doctorante en Investigación de Procesos Sociales en Ibero Torreón, llevó su obra mucho más allá de su tierra. Sus series fotográficas llegaron a Nueva York, Los Ángeles, Ciudad de México, Ecuador, Argentina, Madrid, Roma y Tokio. En cada sitio dejó algo claro: lo personal también es político.

Entre sus trabajos más reconocidos destacan “Quimeras en manufactura”, que retrata la vida de la clase trabajadora; “Nacida sin Falo”, potente reflexión sobre el poder y la identidad; “Cuerpos que importan”, intervención dedicada a nombrar la violencia contra las mujeres en San Luis Potosí; así como “Quema de Judas” y “Ediciones Violencia”, proyectos que miran de frente la agresión, el feminicidio y la impunidad.

Su casa también se convirtió en obra. “El Silencio No Existe”, galería urbana fundada junto a su mamá María y su hermana Cristina en 2020, abrió un espacio de memoria para niñas y mujeres víctimas de violencia. La pieza videográfica “4080” documentó la conversación social que detonó este proyecto. No es casual que, gracias a su exploración del autorretrato, Gabriel Figueroa Flores la llamara “la nueva Cindy Sherman”.

Además de artista, Sahiye fue una mujer profundamente valiente. Luchó contra la Insuficiencia Renal Crónica en un sistema de salud desigual y no se rindió. Con ingenio y carácter logró que Guillermo del Toro le donara un mes de hemodiálisis y que Saúl “Canelo” Álvarez financiara su trasplante de riñón, donado amorosamente por su hermana. Lo logró como sabía hacerlo: transformándose, disfrazándose de ellos y usando las redes sociales como escenario y puente.

También emprendió. Fundó con su mamá y su hermana la agencia “Sahiye Cruz – Taller Multimedia”, para que cualquier persona, sin importar su clase social, pudiera conservar recuerdos de sus momentos importantes. Más de 400 historias de vida llevan su firma.

Quienes la conocieron la recuerdan por su talento… y por su bondad. Era solidaria, generosa, capaz de reírse de sí misma. Amaba transformarse en personajes: Divine de John Waters, el Pingüino de Batman, y recientemente la tía Gladys de la película Weapons. Le fascinaban los seres creativos, libres, indomables, tal vez porque ella era una de ellos.

Hoy, Sahiye descansa. Sus amigos dicen que se reencuentra con Enrique Metinides, como si el universo del lente la recibiera de nuevo.

A los 37 años, la despiden su mamá María, su hermana Cristina, su cuñado Marcial, familiares, amistades y una comunidad artística que reconoce su poder creativo y su enorme humanidad.

Su obra seguirá hablando. Porque Sahiye Cruz demostró que el silencio no existe, que el arte incomoda, abraza y transforma, y que algunas vidas, aunque breves, iluminan mucho más que otras que nunca se atrevieron a mirar de frente.