SLP.- “Es importante que detectemos qué pasa en nuestra sociedad y luego observar en nuestros espacios de trabajo”, comentó la maestra Celia García Valdivieso, abogada y activista, en conferencia para el Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (IPICYT) titulada “Los derechos humanos de las mujeres en la Generación Igualdad” realizada este 9 de marzo a través de redes sociales.

Recordó que hay por lo menos tres marcos para tratar de combatir la violencia hacia las mujeres: el internacional, el nacional y local. Explicó que a nivel internacional hay suficientes tratados para garantizar la vida libre de violencia de las mujeres; a nivel nacional hay también otras leyes complementadas por las estatales. Incluso recordó que en IPICYT hay un protocolo para conducir casos de violencia de género, que son herramientas jurídicas. Sin embargo no han sido suficientes.

Señaló que hay dos problemáticas fundamentales que viven las mujeres la primera de ellas es la violencia, que se manifiesta de diversas maneras, y que está basada en su género que incluso puede llevar a la muerte, por lo que se habla de muchos tipos de violencias. En este sentido agrega que ella misma ha llevado casos de mujeres científicas o académicas que han sufrido violencias, sin embargo dice, muchas se niegan a aceptarlo, por lo que insistió en que la violencia se da en todos los espacios, por eso es importante nombrar la violencia.

Presentó cifras resultado de un diagnóstico hecho por el Colegio de San Luis, en donde ella misma participó encuestando a mujeres en diversos espacios y municipios en donde encontraron que más del 90% de las encuestadas señalaron vivir algún tipo de violencia por lo menos una vez en su vida en San Luis Potosí, describiendo las violencias emocional y psicológica, sexual, obstétrica, física, económica, como las prevalecientes.

Preguntaron en esta encuesta si las habían “pateado”, las respuestas, dijo, fueron sorprendentes porque efectivamente contestaron que habían sido víctimas de este tipo de golpes tanto por parte de sus madres, hermanas, amigas, compañeros de escuela y parejas. Esto nos indica que la cultura del patriarcado se combate no sólo en los actos machistas emanados de hombres, también se replica en mujeres, incluso las más cercanas.

De este modo muchas de las violencias que se viven al interior de las escuelas se ejercen desde las profesoras hacia las alumnas quienes limitan y agreden el desarrollo de alumnas por varias razones o incluso por compañeras investigadoras que no permiten el avance de otras.

La mujeres además también sufren discriminación, el segundo de los problemas a los que se enfrentan. Aquí la violencia psicológica y emocional tiene que ver con la discriminación, por lo que el estudio aludido más arriba hizo preguntas relacionadas a los maltratos psicológicos, “en el Altiplano por ejemplo hay un gran porcentaje de mujeres que no siguen estudiando porque los mismos padres o madres las alientan a casarse porque no cuentan con más aptitudes para salir adelante…también pasa en los ámbitos académicos, ¿para qué te preparas más si te vas a embarazar y no servirá de nada?”, explicó.

Es importante decir, dijo, que la discriminación también se palpa en unidades académicas, “existen prejuicios contra cierta identidad, grupo o persona, esa desventaja inmerecida le priva de derechos”. Socialmente hay una permisividad de que algunos derechos se coarten, por ejemplo el de truncar estudios, que es muy extendido, según los resultados de la encuesta.

La pandemia dijo, obligó a muchas mujeres a centrarse en los cuidados de otros en casa, y se vieron en la necesidad de abandonar sus trabajos o escuelas, sin embargo, “cuando dejan a un lado estos derechos que en algún momento alcanzaron, es difícil regresar a ellos por la misma constitución de la sociedad”, describió la académica.

García Valdivieso hizo notar que la página de internet del IPICYT se describe en términos masculinos, por lo que dijo, habría que modificar la manera en la que se presenta a la comunidad, “todo el tiempo se refiere a los jefes, secretarios, académicos..no es una casualidad, no es un descuido, es lo que tiene que ver con la discriminación, porque es una conducta culturalmente normalizada…en el imaginario colectivo están los jefes y pocas veces las jefas, académicas, directoras en la toma de decisiones y ésto tiene consecuencias importantes porque cuando sólo una parte de la sociedad toma decisiones la visión es parcial”. En sectores académicos señaló existe discriminación pero es tan velada, tan escondida que pasa por normal.

De igual modo explicó que poco se sabe de los caminos que deben andarse para resolver en problemas que involucran por ejemplo acoso, hostigamiento, que obligan a las mujeres a abandonar sus espacios de trabajo sin que se hiciera nada para visibilizarlo o resolverlo, “eso da una enseñanza de que se va a seguir permitiendo”. La mayor parte de las veces son las víctimas las que salen de esos espacios, los agresores se quedan a seguir repitiendo las conductas, o se intenta conciliar a las partes, lo que supone una situación de desventaja por eso es ilegal hacerlo.

Por último dijo, no sirve de nada un 8 de marzo si no reflexionamos en todos los niveles lo que se vive, no sólo en el ámbito del hogar visto desde los parámetros de lo bueno, bello y verdadero, conceptos guía para reflexionar si se vive violencia o discriminación. Reconoce todos los esfuerzos que se hacen para resolver la problemática de violencias, pero dijo, se tiene que seguir trabajando. Los derechos se conquistas a cada momento, “porque estamos luchando contra la cultura” si queremos acceder a una vida libre de violencia y a la inclusión social.