Christopher Nolan busca superar su trabajo en efectos especiales con técnicas apegadas a la realidad, esta vez con una bomba atómica.   

Por José F. Arellano Covarrubias 

El director Christopher Nolan busca superar su trabajo en propuestas de efectos especiales con técnicas apegadas a la realidad, esta vez con una bomba atómica.                                                         

La reputación del director se ha forjado por el gran esfuerzo en el montaje de sus películas, siendo uno de los pocos que ha logrado impregnar de realidad el cine, con hazañas como las de la trilogía de “Batman” donde explota un hospital entero, “El origen” donde retó a la gravedad con sus escenas en habitaciones de rotación, o su última entrega “Tenet” en donde destruyo un avión real solo para una escena.

Los efectos prácticos con una combinación inteligente del CGI le han dado el estatus que pocos han logrado, ya que el abuso de las nuevas tecnologías hace más “fácil” el trabajo, sin embargo, pierde ese toque de realidad e inmersión que Nolan siempre busca tener.

En esta ocasión trae una película basada en la vida del científico J. Robert Oppenheimer, conocido como «el padre de la bomba atómica», con un gran reto de narrativa visual, el cineasta optó por grabar en formato IMAX y sin efectos especiales, explicó que formó una alianza con Kodak para desarrollar una tecnología capaz de simular el impacto de la bomba, sin que se viese de manera artificial, logrando un resultado exitoso.

La película se estrenará en la pantalla grande el próximo 21 de julio del 2023, con la promesa de ser uno de los mejores trabajos de su carrera.

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