La leyenda de la “maldición” que rodeó la apertura de la tumba de Tutankamón en la década de 1920 podría dar un giro inesperado en la medicina moderna.
En aquel entonces, la muerte de varios arqueólogos fue atribuida —sin pruebas concluyentes— a un hongo llamado Aspergillus flavus. Ahora, un equipo de la Universidad de Pensilvania estudia a este mismo organismo y ha descubierto que sus moléculas, al ser modificadas, podrían destruir células cancerígenas y convertirse en una opción para tratar la leucemia.
“Los hongos nos dieron la penicilina. Estos resultados revelan que aún hay muchos medicamentos por descubrir en los productos naturales”, señaló Sherry Gao, autora del estudio.