Lo que parece sacado de una película es, en realidad, un negocio legítimo en Japón: empresas que ofrecen servicios para terminar relaciones amorosas por encargo.
Esta industria, regulada y con altos estándares de discreción, cuenta con agentes que diseñan estrategias para separar a parejas, ya sea por petición de un cónyuge celoso, una familia opuesta o un tercero interesado.
Los precios no son aptos para cualquier bolsillo: van desde 400.000 yenes (unos 3.900 dólares) hasta 20 millones de yenes (190.000 dólares), según la complejidad y el sigilo que requiera la misión.
En Japón, el amor puede costar caro… y romperlo, aún más.
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