La historia de este símbolo navideño empezó cuando los primeros cristianos llegaron al norte de Europa, en este lugar se celebraba el nacimiento de Frey, conocido como el dios del Sol y la fertilidad. La tradición en esa época consistía en adornar un árbol fértil días antes a la celebración que ahora se conoce como Navidad.
Este árbol era un símbolo del universo, al que se le conocía como Yggdrasil. En la copa de Asgard y Valhalla, que eran la morada de los dioses y el palacio de Odín y las raíces representaban al reino de los muertos conocido como Helheim.
Sin embardo, durante el proceso de evangelización que se dio en el siglo VII en Alemania, San Bonifacio quiso acabar con lo que según el cristianismo era la ‘adoración a dioses paganos’, por lo que optó por cortar el árbol del universo. En su reemplazo, coloco un pino con hojas verdes, las cuales simbolizaban el amor a Dios. Agregó manzanas que representaban al pecado original y velas que significaban la luz de Cristo.
A medida que pasaron los años, las manzanas y las velas fueron reemplazadas por esferas y luces, a las que se les sumaron otro tipo de adornos que se han hecho parte de lo que conocemos hoy como el árbol de Navidad.
El árbol de Navidad es uno de los elementos centrales de esta fecha, ya que simboliza la vida y el amor de Dios. Ahora se decora con esferas, guirnaldas, luces, ángeles y demás.
Actualmente, el árbol también es el sinónimo del lugar donde se colocan los regalos que ha traído Papá Noel o Santa Claus, pero según la tradición cristiana todos los presentes y regalos que se encuentran ahí provienen del mismo árbol.
