La reconocida etóloga británica Jane Goodall murió a los 91 años, dejando un legado que transformó para siempre la ciencia y nuestra relación con la naturaleza.
Goodall revolucionó el estudio de los chimpancés al demostrar que utilizan herramientas y experimentan emociones, hallazgos que rompieron paradigmas científicos. Su trabajo de campo en Tanzania —donde convivió con los primates, los imitó y hasta compartió bananas con ellos— la convirtió en un referente mundial de la etología y la conservación.
Además de científica, fue Mensajera de la Paz de la ONU e incansable activista ambiental. Más allá de sus aportes académicos, inspiró a generaciones a valorar todas las formas de vida y a repensar cómo la humanidad puede vivir en armonía con el planeta.
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