Con el grito unísono de “¡Nada que curar!”, el Congreso del Estado de San Luis Potosí aprobó por unanimidad las reformas al Código Penal y a la Ley de Salud que prohíben y sancionan las llamadas terapias de conversión, conocidas como ECOSIG (Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género).
En una sesión marcada por la emoción y el respaldo de la comunidad LGBTIQ+, las diputadas subieron a la tribuna para acompañar el discurso de la presidenta de la Comisión de Salud, Frinné Azuara Yarzábal, quien impulsó la iniciativa junto con activistas y sobrevivientes de estas prácticas. “Hoy San Luis Potosí levanta la voz con firmeza y con el corazón: nunca más permitiremos que se torture a una persona bajo el pretexto de una cura. Lo que llaman terapia, es odio y violencia disfrazada”, declaró la diputada.
Con esta aprobación, San Luis Potosí se convierte en el estado número 23 del país en erradicar legalmente estas prácticas, que por años han causado daños físicos y psicológicos bajo la falsa premisa de “corregir” la orientación sexual o identidad de género.
El nuevo Capítulo VIII del Título Cuarto del Código Penal, junto con los artículos 190 Bis y 190 Ter, establece sanciones de dos a seis años de prisión y multas de mil a dos mil UMAs para quienes apliquen, financien o promuevan terapias que busquen modificar la orientación o identidad de una persona.
Las penas se duplicarán si las víctimas son menores de edad, adultos mayores o personas con discapacidad, y los responsables podrán ser inhabilitados para ejercer cargos públicos o suspendidos profesionalmente de uno a tres años. Además, bastará una denuncia para iniciar la investigación penal, y el daño será evaluado considerando la afectación al libre desarrollo de la personalidad de la víctima.
Colectivos, sobrevivientes y activistas que durante años lucharon por esta ley celebraron el avance. “Ni enfermos, ni criminales, simplemente seres humanos”, se leyó en pancartas que llenaron el recinto legislativo. El movimiento #NadaQueCurar fue clave para visibilizar el sufrimiento que estas prácticas dejaron atrás y para exigir justicia por quienes ya no están.







