Ocho décadas después de los bombardeos atómicos, estudiantes de 15 a 18 años en Hiroshima y Nagasaki asumen una misión única: preservar las voces de los hibakusha, como se conoce en Japón a los sobrevivientes de aquel 6 y 9 de agosto de 1945.
Saben que el tiempo apremia. Hoy quedan poco más de 99 mil hibakusha, con una edad promedio de 86 años, y pronto sus relatos solo podrán conocerse a través de registros. Por eso, los jóvenes graban, escriben y transmiten sus historias para mantener viva la memoria y advertir sobre el impacto de las armas nucleares.
Desde 1998, el movimiento Mensajeros por la Paz ha reunido más de 2 millones 626 mil firmas contra el armamento atómico y cada año lleva su mensaje hasta la ONU, en un intento de que el mundo no olvide y no repita.