Alice y Ellen Kessler, las icónicas gemelas que dominaron la televisión europea en las décadas de 1960 y 1970, murieron el 17 de noviembre a los 89 años mediante “suicidio asistido”, una decisión tomada —según se informó— porque “ya no querían vivir”.
Su última determinación reflejó el rasgo que siempre marcó sus vidas: la defensa férrea de su independencia y de la libertad para conducir su destino… siempre juntas. Las artistas habían confesado su mayor temor: que una de las dos muriera primero. En 2024, contaron al diario italiano Corriere della Sera que su deseo era “irse juntas, el mismo día. La idea de que una de las dos se vaya primero es muy difícil de soportar”.
Según fuentes cercanas, planearon su despedida con antelación y de manera legal. Ellas mismas se administraron los fármacos, en presencia de un médico y un abogado, quienes posteriormente notificaron a las autoridades. “La policía viene a verificar la situación y las circunstancias, y si todo está bien, entonces está bien”, explicó Wega Wetzel, portavoz de la Sociedad Alemana para la Muerte Humana.
Lo cierto es que las Kessler vivieron y murieron bajo sus propias reglas. Tras presenciar la violencia doméstica en su infancia y ver a su padre golpear a su madre, abandonaron Alemania del Este a los 16 años para perseguir una carrera en el espectáculo. Del teatro pasaron al cine y la televisión, construyendo una fama internacional sostenida por talento y determinación.
Su legado fue reconocido en vida: apenas un año antes de su muerte, recibieron la Orden del Mérito Bávaro, una distinción reservada para un reducido grupo de personalidades. Ese homenaje coronó una trayectoria brillante, marcada por la unión indestructible, el deseo de seguir su propio camino y la voluntad de despedirse del mundo tal como lo habían vivido: juntas.
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