El icónico Machu Picchu enfrenta una amenaza que va más allá de la erosión del tiempo: el turismo sin control. La organización New7Wonders, que en 2007 lo declaró como una de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo, emitió una alerta ante el impacto negativo que la afluencia masiva de visitantes está generando en el sitio arqueológico.
La falta de gestión sostenible y de conservación ha puesto presión sobre la ciudadela inca, mientras que la ausencia de regulaciones claras afecta la calidad de los servicios turísticos, desde el transporte hasta la atención al visitante.
Estos problemas han detonado además conflictos sociales que empañan la imagen de Perú en el escenario internacional, encendiendo las alarmas sobre el futuro del emblemático patrimonio.