Mucho antes de que Jane Austen firmara Orgullo y prejuicio o Virginia Woolf publicara La señora Dalloway, una mujer en Japón ya había cambiado para siempre la literatura.
Su nombre era Murasaki Shikibu y, alrededor del año 1000, escribió Genji Monogatari, considerada por muchos como la primera novela de la historia. La obra nació, según se cuenta, tras la pérdida del gran amor de su vida. Para atravesar ese duelo, Shikibu creó al príncipe Genji: un hombre melancólico, rodeado de arte, política y amores complejos, en un Japón marcado por la estructura feudal.
Con una sensibilidad única y una mirada aguda sobre su época, Murasaki no solo dio vida a un personaje inolvidable, sino que también abrió camino para la narrativa como la conocemos hoy. Mil años después, su legado sigue vivo, recordándonos que escribir también puede ser una forma de resistencia.