Un equipo de científicos de la Universidad de Helsinki descubrió que el amoníaco liberado por los excrementos de los pingüinos en la Antártida juega un papel clave en la formación de nubes, lo que podría ayudar a mitigar los efectos del cambio climático.
Según los investigadores, el guano de estas aves sufre un proceso químico que libera compuestos que forman aerosoles, pequeñas partículas que favorecen la condensación del vapor de agua en la atmósfera. Esto genera nubes que reflejan parte de la radiación solar, reduciendo la temperatura de la superficie y protegiendo el hielo marino del deshielo.
El hallazgo demuestra cómo una especie puede tener un impacto climático significativo en su entorno natural. En este caso, los pingüinos estarían ayudando a mantener el equilibrio térmico de la región antártica, una de las zonas más vulnerables al calentamiento global.