En Ballard High School, Kentucky, la prohibición de smartphones en el aula dio resultados inesperados: los estudiantes empezaron a leer más, conversar con sus compañeros e incluso jugar durante los descansos.
En apenas unos meses, los préstamos de la biblioteca aumentaron un 67 %, mientras que los profesores notaron menos distracciones y mayor participación en clase.
La medida formó parte de un experimento educativo para reducir la dependencia digital y fomentar interacciones cara a cara. Aunque algunos alumnos protestaron al principio, las directivas aseguran que el cambio mejoró el ambiente escolar y abrió un debate sobre si otras instituciones deberían implementar restricciones similares.