Tacos de tarántula y alacrán: experiencia gourmet y extraordinaria que se experimenta en Soledad
  • Once tacos de insectos llegan a la mesa para ser degustados por paladares más valientes
  • La experiencia no es cualquiera, se requiere mente abierta un estómago intrépido y un toque de humor para enfrentarse al menú

Comer insectos no es una moda nueva, es una práctica que se remonta a tiempos prehispánicos y se mantiene viva en diversas culturas alrededor del mundo, pero en la actualidad la entomofagia o el hábito alimenticio de comer bichos, ha pasado de ser una necesidad para volverse una expresión gastronómica excéntrica para paladares curiosos y que se atreven explorar más allá de lo conocido.

En San Luis Potosí, uno de los pocos lugares que apuestan a llevar esta costumbre a la alta cocina es el viñedo orgullosamente soledense Pozo de Luna, ubicado camino al aeropuerto km 2.1, en Rancho Nuevo, a solo 15 minutos de la cabecera municipal de Soledad de Graciano Sánchez.

El reconocido viñedo como de los mejores de su clase a nivel nacional e internacional, incorporó en su menú once platillos con insectos preparados por el chef Guillermo Espinoza Barba, para los visitantes que desean tener una aventura gastronómica que mezcla esa tradición prehispánica con la sofisticación del vino y la cocina moderna.

La experiencia no es cualquiera, se requiere mente abierta, estómago intrépido y un toque de humor para enfrentarse a las curiosidades del menú, que entre las propuestas culinarias destacan los vinagrillos, especie de aspecto intimidante pero inofensivo que llega a medir 15 centímetros. En 2013 se documentaron nuevas variaciones en Xilitla y Aquismón. Este insecto, explicó el chef, es conocido por liberar un líquido acético con sabor agrio cuando se siente amenazado, pero cuando se guisa y se acompaña con un vino blanco de Pozo de Luna, su sabor es una delicia.

El menú de tacos con tortilla recién hecha continúa con los acociles que son pequeños crustáceos que se encuentran en las orillas de lagos y cuencas de río, o bien, también están los de alacrán, cienpiés, escamoles, cucaracha madagascar, jumiles, escorpión, gusanos de maguey y hormiga chicatana. Todos ellos pueden disfrutarse pagando entre 200 a 445 pesos mexicanos.

Pero el platillo que más destaca es el taco de tarántula, que cuesta 739 pesos, y se sirve con guacamole, cebolla morada y lechuga fresca, acompañada por supuesto, de una copa de vino tinto reserva de la casa. A sugerencia del chef Espinoza Barba, se conseja dar un sorbo de vino y comenzar con las patas de textura seca, para después dar una mordida mayor que ayudará a sentir su crujir entre los dientes en cada mordisco.

Preparar una tarántula no es tarea sencilla, Espinoza Barba explica que este arácnido debe cocinarse por manos expertas debido a que deben eliminarse con fuego todos los finos pelos urticantes que protegen el esqueleto del insecto antes de llevarla a freír, de lo contrario su consumo pueden causar irritación o reacciones alérgicas. Todo este tipo de insectos se traen, algunos con vida, del Estado de México, donde existen criaderos de reproducción para consumo humano.

El sabor de cada insecto, describe el chef de Pozo de Luna, es variado, pero si la intención es conocerlos de manera gradual, se recomienda iniciar con el taco de hormigas, alimento apreciado en platos de alta cocina mexicana. Después será más sencillo ir escalando a los majares intrigantes como es el alacrán, el cual ayudará a estar preparado mentalmente cuando toque el momento de probar la tarántula.

Más allá del asombro y la excentricidad que estos platillos puedan causar, su consumo es considerado un superalimento, por ser una fuente de proteínas con bajo impacto ambiental en comparación con productos de origen animal. De acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SAGARPA), en 2018, México contaba con 549 especies comestibles, concentradas principalmente en los estados del centro, sur y sureste del país.

Sin embargo, si la idea de morder una tarántula o simplemente la entomofagía no es lo tuyo, este viñedo soledense y su chef, también ofrecen otras opciones con mariscos, cortes americanos y un bufet dominical de desayunos que es servido de 9:00 a 12:00 horas. Porque en Pozo de Luna se rompen todas las reglas del sabor y se puede acudir sólo para brindar con un buen vino, o bien desafiarse a si mismo con un bocado de insectos.

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