ESTADOS UNIDOS.– Donald Trump ha vuelto a encender la polémica, pero esta vez no con Joe Biden, ni con Barack Obama, sino con… Taylor Swift. En una publicación reciente, el expresidente escribió: “¿Alguien ha notado que desde que dije ‘odio a Taylor Swift’, ya no es genial?”, desatando una nueva ola de reacciones en redes sociales.
Este no es el primer ataque de Trump hacia la cantante, pero sí uno de los más directos. Y, como ya es costumbre, el magnate republicano no se limita a Swift: también arremetió contra Bruce Springsteen, cuestionando su apoyo a Kamala Harris durante la campaña presidencial.
Pero, ¿por qué tanto enojo con figuras del espectáculo? La respuesta es clara: influencia. Taylor Swift ya no es solo una estrella del pop. Es una industria multimillonaria, un fenómeno cultural y una fuerza política que incomoda a sectores conservadores.
Desde que abandonó su silencio político en 2018, Swift ha sido una defensora activa de los derechos civiles, del voto joven y de valores progresistas. Su respaldo a Kamala Harris, tras el debate presidencial del 10 de septiembre de 2024, molestó tanto a Trump que respondió con un post furioso en su red social: “¡ODIO A TAYLOR SWIFT!”
Y es que el miedo no es a Taylor como artista, sino a Taylor como influencer política global. Una sola publicación suya puede movilizar a millones de jóvenes votantes, algo que muchos políticos no logran ni con años de campaña.
La pregunta que muchos se hacen es válida:
¿Quién tiene más poder en 2025, un expresidente… o una popstar con fandom global y presencia directa en los celulares de millones?
Porque, aunque Taylor no esté en las boletas electorales, parece que pone nervioso a más de un candidato.