La vacuna ELI-002, desarrollada por el equipo del inmunólogo Darrel Irvine en el MIT, logró resultados iniciales positivos en un ensayo con 25 personas.
El avance se basa en un ingenioso diseño: hace 15 años, los investigadores descubrieron que muchas vacunas experimentales fallaban porque no llegaban a los ganglios linfáticos en cantidad suficiente, donde los glóbulos blancos aprenden a atacar células cancerosas.
La solución de Irvine fue añadir un “tentáculo” graso a las moléculas de la vacuna, que se une a la albúmina, la proteína más abundante en la sangre, permitiendo que la vacuna “viaje de forma autostop” hasta los ganglios linfáticos y fortalezca la respuesta inmune.
